domingo, 12 de julio de 2015

El gallinero. Alegoría.

Un gallinero no es ni más ni menos que una casa de gallinas. Como toda casa donde conviven muchos individuos no está carente de problemas. Las gallinas son muy jerárquicas, unas mandan más que otras, y si no hay gallo una de ellas será la que tome decisiones y ocupe el lugar de mando.

Los pollitos que nacieron en mayo están llegando a su edad adulta, hay tres pollos. Cuando hay varios pollos y se van haciendo adultos comienzan a pelearse hasta que uno de ellos adquiere el rol de jefe del gallinero. A partir de entonces, ese será el gallo que mande en el gallinero.

Me ha llamado la atención que, cuando se peleaban, la gallina más mayor (la que siempre mandó en el gallinero) acudía para recriminarles, como para separarlos, sin mucho éxito, pues parece que con el tiempo se van incrementado las peleas. No sé el tiempo que durarán las peleas, supongo que hasta que uno de ellos (probablemente el de la cresta mas llamativa) se proclame verdadero jefe del gallinero.

Cada gallina ocupa su sitio dentro del palo. A las gallinas les gusta estar subidas a un palo por encima del suelo. El gallo ocupa el palo más alto del gallinero y el resto de gallinas se sitúan siempre en el mismo lugar.

Lo peor son los dos rojo-morados, van siempre juntos y aunque disimulen, también se pelean a menudo.

A veces las gallinas se enfadan, se pelean o incluso no se llevan bien entre ellas. Hay veces que los gallos no dejan de pelearse buscando su posición dominante, lo cual llega a ser un problema y otras veces hay gallos a los que las gallinas no quieren hacer caso, pues ellas aspiran a travestirse en gallo.

Algunos gallos cantan poco y otros no paran, gallos que cantan un poco al amanecer y otros que desde que comienza a ver algo de luz no paran de cantar. A estos últimos es a los que hay que temer.

Lo peor es que se hayan creído la letra de la canción de Vicente Fernández:

Quien pudiera tener la dicha que tiene el gallo,
... el gallo sube
echa su polvorete...
y él se sacude.

Ya verás paloma
que no hay gaviota que a ti te coma.

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